
- A continuación crearé mi propia versión del capítulo 68 de Rayuela tratando de darle un significado a las palabras y la comprensión que tuve de él.

Apenas él llamaba a su amada, a ella se le aceleraba el corazón y caía en sus ojos, en salvajes sentimientos, en sustanciales fragancias. Cada vez que él intentaba cruzar el enrejado, se enredaba en un mural quejumbroso y tenía que caer de cara al rosal, sintiendo como poco a poco las espinas se le enterraban, se iban introduciendo y rompiendo, hasta que el hombre quedó tendido como el viejo mueble de un ancianato al que se le han dejado caer las agujas de las jeringas. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se mordía los labios, consintiendo que él se aproximara suavemente a sus aposentos. Apenas se encontraban, algo como un paro al corazón los unía, los juntaba, los removía, de pronto era el rechazo, la inaguantable inseguridad de la mujer, la extenuante incomprensión del orgullo, los sentimientos de indecisión a pesar del sobrehumano esfuerzo. "¡Maldición!, ¡Maldición!, por vos he pasado la cresta de este muro", se sentía enfurecer, estremecer y perecer. Temblaba su cuerpo, se le vencían las piernas y todo se resumía a un profundo pánico, en incertidumbre de obtener respuestas, en caricias casi crueles que los separaron hasta el límite de sus muertes.
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